Citar las fuentes bibliográficas de un texto es fundamental para demostrar los conocimientos adquiridos y otorgar autoridad a los resultados de una investigación científica.
Todo
trabajo universitario implica citar fuentes bibliográficas, ya que estas
justifican las informaciones y opiniones en él vertidas. Existen varios
sistemas aceptados que nos permitirán documentar correctamente un trabajo
universitario.
La necesidad de citar
nuestras fuentes
Citar
fuentes bibliográficas en un trabajo universitario demuestra que nuestra
respuesta al problema planteado se fundamenta en datos sólidos y que poseemos
los conocimientos requeridos para dar solución a dicho problema.
De
este modo, citar fuentes bibliográficas sirve para reforzar nuestros
argumentos, o debilitarlos si las citas no se realizan correctamente. Las citas
deben ser concisas y ceñirse al texto citado, remitiendo a un lugar concreto
del mismo para que el lector pueda siempre comprobar por sí mismo la veracidad
y exactitud de la información facilitada.
Es
siempre necesario recurrir a las citas bibliográficas cuando nuestra información
provenga de otra fuente, ya estemos reproduciendo palabras textuales de otro
autor o pretendamos hacer un resumen de su contenido o reinterpretarlas.
La
inclusión de una cita, no obstante, ha de estar justificada, no siendo
necesaria si ya hemos citado nuestra fuente con anterioridad o nuestra
afirmación se basa en una información comúnmente accesible o universalmente
conocida y aceptada.
Formas de citar
fuentes bibliográficas
Aunque
hay multitud de sistemas reconocidos para citar fuentes bibliográficas, se
utilizan fundamentalmente dos: el estilo humanístico, basado en la norma ISO
690, y el estilo Hardvard.
El
estilo humanístico o tradicional, también denominado cita-nota, consiste en
referenciar desde el texto mediante una cifra volada a una nota a pie de
página, al final del capítulo o al final de la obra completa, donde se inserta
la referencia compuesta por los apellidos del autor seguido de las iniciales
del nombre, el título de la obra en cursiva, el lugar de publicación, la
editorial y el año (Ej.: Arroyo Jiménez, C.: Libro de estilo del universitario.
Madrid: Acento, D.L., 1997).
En
este sistema es fundamental conocer las abreviaturas usadas para no reiterar la
información cuando se cita a pie de página, como ibídem o ibíd. para reiterar
el autor y la obra de la referencia anterior, ídem o íd. para reiterar el
autor, op. cit. para referir una obra ya citada en el trabajo, etc.
El
estilo Hardvard, también denominado autor-año, Chicago o APA, intercala las
referencias en el propio texto, entre paréntesis, conformadas por el primer
apellido del autor, seguido del año de publicación de la obra, al que se añade
una letra minúscula correlativa si en la bibliografía final hay varias obras
del mismo autor y fecha. La referencia se completa con la página o ubicación en
la fuente original (Ej.: Arroyo (1997): 15-17).
Los
ejemplos facilitados para ambos sistemas sirven para referenciar monografías,
pero se utilizan variables de estos para las obras en otros formatos como
artículos de publicaciones periódicas, capítulos de libro o partes de obras
colectivas. Por ello, es conveniente que el estudiante universitario acuda a un
libro de estilo para familiarizarse con las diferentes formas de citar fuentes
bibliográficas.
http://www.utilidad.com/
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